miércoles, 24 de julio de 2013

ALICIA EN SANTIAGO



Sabes bien, Alicia, que no puedes frenar tu corazón. Lo que sientes, lo que piensas, lo que dices. Estás llena de vida, nada te puede parar. Tu cuerpo ansía menos las respuestas que las preguntas.

Un futuro que corre deprisa, y un presente que lo saluda con la mano. Una promesa de vivencias, muchas placenteras, otras no tanto; y un ahora que da sus primeros pasos.

La sangre que avanza dentro de ti, Alicia, sigue su propio recorrido. Está marcada la senda pero se renueva por un inmenso corazón. Nada lo asusta. Ni el miedo acalla esa danza carmesí.

Te preguntas si la vida merece la pena. La vida da golpes, pero esperas que sean el sonido de los nudillos en tu puerta. Abres, y la dicha te sonríe. Te abren y te invitan a pasar. A entrar en sus vidas.

Abres los brazos y frente a ti, Alicia, la alegría con su rostro aniñado. Diste un profundo abrazo y cerraste los signos de interrogación. Se disiparon las dudas. Una vida por delante.

En las venas oyes el mensaje de tu pasado. Aprietas el puño, Alicia, y la determinación es clara: una sola gota de sangre ya me une a ellos. La aguja hila nuestros destinos, y tú, GAlicia, esperas tu turno en la sala de donaciones de sangre.




*Estas líneas están dedicadas a todos aquellos que sufren en sus carnes el accidente ferroviario de Santiago de Compostela, y especialmente a una joven lucense @ASilva_96


1 comentario: