Un paupérrimo campo de fútbol lituano recibe a la selección española. Como campeona del mundo se merecen una recepción a su nivel, es decir, desplegando la alfombra roja desde los vestuarios hasta la alfombra verde, donde desgranar todas aquellas cualidades de exquisita técnica y elegante toque de balón. Todos los medios deportivos califican de patatal el campo donde se va a disputar un importante partido de clasificación para el próximo Europeo. La Roja, sin embargo, ha de superar toda adversidad que se le presente para así demostrar por qué están en la cumbre del deporte rey.
Zapatero les puede dar muchas lecciones en este sentido. Actualmente España se asemeja a una tierra yerma donde apenas crecen los ansiados brotes verdes de la vicepresidenta Salgado. No por ello el presidente del gobierno se ha rendido; y sigue al pie del cañón pese a las críticas que le llueven de todos los frentes.
Empiezo a dudar si ha sido el símil correcto, porque no sé si es el jugador, el entrenador o el dirigente. Y ello es peligroso en la persona que rige el destino de un país. A veces me recuerda al joven recogepelotas que inquieto busca los balones que han tirado fuera del campo las grandes empresas, multinacionales y agencias de calificación bursátil.
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