Este es uno de mis artículos-arcadenoé, donde intento reunir al mayor número de famosos ante la urgencia de la pronta llegada del fin del mundo.
El anuncio de "estado de guerra contra Corea del Sur" por parte del gobierno norcoreano de Kim Jong Un ha hecho que todos temblemos ante cualquier movimiento de esta potencia nuclear. Un jover líder que acaba de heredar el destino de un país, Corea del Norte, y cuyo nombre no se oye en el terreno de las relaciones internacionales. Un joven, en fin, que bajo su amplia capa de grasa nos recuerda desde aquí a Falete, al que tampoco se oye a nivel internacional, porque su compañía discográfica tiene muy buen corazón.
Con su proclama belicista se ha tirado claramente a la piscina. Mil veces prefiero, antes que su bravata de los misiles, aguantar en el sillón la exhibición de las bombas Splash de nuestro Falete.
Aunque parezca pitorreo, detrás de mis cínicas palabras se esconde el miedo. Son muchas las manifestaciones físicas del mismo. Unos, sobre todo los niños, se hacen sus necesidades encima; otros, ante la ansiedad y el estrés, pierden pelo o bien le salen numerosas canas, como es el caso reciente del jugador culé, Daniel Alves.
Ante situaciones de emergencia, lo natural es estar preparado para la coyuntura. Han de buscarse refugios subterráneos y hacer acopio de víveres. Cuando llegue el fatal momento, ha de gritarse: ¡Cuerpo a tierra!
Cortesía del Daily Mail
Justo lo que ha hecho el Papa Francisco, quien se arrojó ayer al suelo para rezar, lo que muchos mortales harían si supieran que se acaba el mundo. Pero es difícil entender la postura (tanto corporal como de pensamiento) del Papa, porque no debería haber temor sino alegría en sus pensamientos.
Corea del Norte, sin saberlo desde su ideario comunista, está contribuyendo a que se cumplan los preceptos bíblicos. Si comenzara la III Guerra Mundial, podríamos entrar en la antesala del Apocalipsis. Ello debería satisfacer a los católicos, que podrían asistir a la celebración del Juicio Final.
Con su proclama belicista se ha tirado claramente a la piscina. Mil veces prefiero, antes que su bravata de los misiles, aguantar en el sillón la exhibición de las bombas Splash de nuestro Falete.
Aunque parezca pitorreo, detrás de mis cínicas palabras se esconde el miedo. Son muchas las manifestaciones físicas del mismo. Unos, sobre todo los niños, se hacen sus necesidades encima; otros, ante la ansiedad y el estrés, pierden pelo o bien le salen numerosas canas, como es el caso reciente del jugador culé, Daniel Alves.
Ante situaciones de emergencia, lo natural es estar preparado para la coyuntura. Han de buscarse refugios subterráneos y hacer acopio de víveres. Cuando llegue el fatal momento, ha de gritarse: ¡Cuerpo a tierra!
Justo lo que ha hecho el Papa Francisco, quien se arrojó ayer al suelo para rezar, lo que muchos mortales harían si supieran que se acaba el mundo. Pero es difícil entender la postura (tanto corporal como de pensamiento) del Papa, porque no debería haber temor sino alegría en sus pensamientos.
Corea del Norte, sin saberlo desde su ideario comunista, está contribuyendo a que se cumplan los preceptos bíblicos. Si comenzara la III Guerra Mundial, podríamos entrar en la antesala del Apocalipsis. Ello debería satisfacer a los católicos, que podrían asistir a la celebración del Juicio Final.
En fin (de este artículo, toquemos madera), debemos sacar a la luz un error del nuevo Papa, porque está adoptando como principal lema de su apostolado el de la humildad, lo cual no se corresponde con esa pose de sibarita recostado en el suelo. No es nada humilde, porque es la postura que han seguido otros muchos líderes y grandes personalidades como, por ejemplo, Fidel Castro o Juan Carlos I.
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