miércoles, 4 de junio de 2014

DE REPÚBLICAS Y MONARQUÍAS

Sobre la polémica del #ReferéndumYa y la proclamación de Felipe VI, prefiero rescatar un artículo publicado hace dos años en giraldainformación.
Ahí están los argumentos y también las críticas hacia ese sector republicano que busca las encendidas polémicas y despliegue de la tricolor antes que los calmados argumentarios.


http://www.giraldainformacion.com/inicio.php?codigo=35532

Siempre se ha hablado de la democracia como el menos malo de los sistemas políticos. Siempre se ha dicho que es en éste donde más valor adquieren conceptos como libertad, justicia, igualdad y fraternidad. Cierto. 

En España, el Estado de Derecho se reviste bajo la forma de la monarquía parlamentaria. El pueblo guiado por los representantes elegidos, y en lo alto de la cúspide, el rey. Una figura que en este caso fue colocada antes de su muerte por el dictador Franco. El retoño Juanito creció muy rápido, y tras su romana juventud, fue investido como Don Juan Carlos I. Fue la figura clave para equilibrar poderes entre el bando que había mamado las enseñanzas de Falange y quería mantenerlas a rajatabla y aquel otro sector que miraba adelante iniciando contacto con comunistas y socialistas del exilio. Y agradecerle lo del 23-F suena ya cansino.

Si queremos alcanzar el mayor grado de perfección en la praxis política, nuestra mirada debe dirigirse al republicanismo. No tiene sentido abogar por una monarquía, por muy parlamentaria que sea, en cuyo núcleo se pervierten, primero, la igualdad de todos ante la ley por una serie de privilegios concedidos a una determinada familia ligada por lazos centenarios; y segundo, el principio de igualdad de sexo por prevalecer el varón sobre la hembra en la sucesión de la corona. 

Es lamentable ver el texto constitucional en su artículo 14 consagrando la no discriminación por raza, sexo, religión u otra condición, y a continuación, dando según el artículo 57 un puesto de trabajo perpetuo a los descendientes de Juan Carlos I. A tal extremo se llega en la conculcación de derechos fundamentales que se puede hablar de falta de libertad en la educación de un niño en cuyo designio esté llevar la corona, porque sus parámetros educativos siempre estarán encorsetados por las conveniencias reales, así como en la libre elección del adolescente principesco que en un futuro será Jefe de las Fuerzas Armadas y que no podrá tan alegremente declararse objetor de conciencia si así lo desease.

Estas son razones para pedir la llegada de la República a nuestro país, pero ningún futuro tienen los republicanos que trabajen con el método #Sálvame de desprestigio ante escándalos monárquicos. Porque ante la cacería de elefantes del Rey, retrógrada para muchos, se puede contraponer el caso que aceleró la dimisión hace tres años de un ministro: el entonces ministro de Justicia señor Bermejo fue pillado en una cacería en Jaen sin licencia. ¿Podemos calificar de poco progresista el deporte de la caza? ¿Y si les digo que aquel día el ministro iba acompañado del juez Garzón, el superhéroe de la progresía? Otros me dirán que tenemos la corrupción del caso Urdangarín, yerno del rey, cuando habría que recordarles que de esto ni se salva la República porque en 1935 estalló el escándalo del estraperlo, que afectó a altos cargos del gobierno y sobre todo a Lerroux por culpa de su sobrino. 

La bandera tricolor se desplegará con pedagogía ciudadana, no con los chismes de la Zarzuela.


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