domingo, 1 de septiembre de 2013

EL CURRÍCULUM DE SUSANA DÍAZ

[Nuevo artículo en Publicoscopia]   



  Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. La polémica la ha rodeado desde que surgieron los primeros rumores de abandono de Griñán. Todas las posiciones críticas han apuntado a su completa vida dentro del partido. Una mujer que nunca ha tenido un desarrollo profesional pleno fuera de las filas del PSOE.

    Frente a estas críticas, habría que exponer que si a una mujer con formación jurídica además de especializada en alta dirección de instituciones sociales se le exige algo más, este sería motivo para que nadie que saliese de la formación universitaria o secundaria pudiese entrar en el mercado laboral. Cuando uno ingresa en un puesto de trabajo por primera vez, su bagaje es exclusivamente el formativo, a lo cual habría que sumar un portafolio cargado hasta arriba de enormes ganas y entusiasmo.

cortesía de teinteresa.es

    Dicho lo cual, habría que hacer una amplia reflexión sobre la política en nuestro país, y para ello, habría que ponerse las gafas de arqueólogo (nada de sombreros ni látigos a lo Indiana Jones) para retrotraernos a la antigua Roma republicana.

    Fácilmente podemos hacernos una composición de lugar porque la amplia filmografía existente sobre la época de centuriones y gladiadores nos has traído, a veces con decorados fastuosos en el cine de los cincuenta, a veces con extraordinarios efectos especiales en el cine actual. imágenes de la vida corriente de la vieja Roma. Mercados con olores fuertes a especias, umbrosos callejones donde los carromatos entraban a duras penas, interiores de templos donde el incienso creaba una atmósfera única de recogimiento, circos romanos donde la arena y la sangre eran una sola sustancia.

    Hay aspectos, en cambio, de la Roma republicana que no han llegado a los ciudadanos porque el séptimo arte ha preferido centrarse en los escándalos del Imperio Romano, cuando los emperadores hacían y deshacían a su antojo, siendo para ellos el Senado un simple juguete.

     Hubo un tiempo anterior a los Adriano, Trajano y Augusto en que el poder residía en el pueblo de Roma a través del Senado y las magistraturas. La carrera política se denominaba cursus honorum, y tenía unas características especiales que podrían servirnos para una comparativa con nuestro siglo XXI.

    Antes que nada, no deben confundirse estas magistraturas romanas con los actuales cargos de magistrados, de tipo judicial. Las magistraturas eran cargos políticos de carácter ejecutivo, no sólo representativo.

    El cursus honorum era la carrera política como escalafón, de manera que para ejercer la más alta magistratura, el consulado, se tenía que haber pasado por puestos de inferior categoría (pretor, cuestor, etc.). Además, otros puntos a considerar eran la limitación del mandato (normalmente un año) y el hecho de que para optar al puesto superior, no podía hacerse inmediatamente después de terminar el cargo inferior. Existía un periodo de vacatio o vacación de dos años entre magistraturas, en los cuales se abandonaba la vida política para volver a tus deberes profesionales.

    La carrera política contemporánea tiene mucho que aprender de aquellos romanos vestidos con toga. Sería aconsejable que para la gestión de la res publicae se exigiese un cierta experiencia de gestor, y a semejanza del cursus honorum, se crease un escala jerárquica con niveles local, autonómico y nacional.

    En un primer nivel, tendríamos a los concejales delegados (al frente de una delegación) y los alcaldes. No sería necesaria previa experiencia por ser los concejales el puesto más pequeño competencialmente hablando, pero los alcaldes deberían haber pasado antes por una delegación durante un mínimo de una legislatura.

   En el segundo nivel, para la presidencia de una comunidad autónoma sería requisito imprescindible haber estado al frente de un ayuntamiento de una gran ciudad en un solo mandato, o bien de un pequeño municipio durante un mínimo de dos mandatos, y en su caso excepcionalmente haber sido consejero durante seis años.

    En el más alto nivel, el presidente del gobierno de España tendría un amplio historial como gestor, que podría ser examinado con lupa por los ciudadanos, antes de darle su confianza en las elecciones. Qué mejor forma de vertebración de esta nación que exigirle a un candidato a la presidencia del gobierno una serie de años al frente de una región, con competencias propias también importantes.

    Desde este panorama expuesto, es cierto que Susana Díaz no sería la más adecuada para ponerse al frente de la Junta de Andalucía, porque no ha sido nunca alcaldesa nunca, solamente un año de Teniente de Alcalde, y porque su labor como consejera de Presidencia es escasamente de un año. Le deseamos la mayor de las suertes porque esto redundará en beneficio de los andaluces, pero todos conocemos cómo acabó el liderazgo de un inexperto gestor como lo fue Zapatero, quien no se atrevió a coger el toro de la crisis por los cuernos. Se me dirá que existen otros ejemplos como el de Felipe González pero éste estuvo ¡catorce años! Con paciencia todos aprendemos, pero sería conveniente que el gestor actuara con seguridad y rapidez, sobre todo si esto lo relacionamos con el máximo deseable de ocho años de gestión pública.
    


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