miércoles, 13 de noviembre de 2013

NON OLET

[Nuevo artículo en Publicoscopia]


8:37 AM. 13 de noviembre. Palacio de la Moncloa. Reunión del equipo de imagen y redacción del sr. Presidente del Gobierno de España.


[Toman asiento en silencio los miembros, solamente tres, porque el cuarto, el asesor B, formó parte de la delegación que acompaña al Presidente en la cumbre europea sobre empleo juvenil, y en estos momentos se encuentra roncando bajo sueños inconfesables de daiquiris compartidos con la Cospedal]


Asesor A: Tenemos al viejo asesor B recuperándose de las horas de avión. Según me dijo, está muy mayor para esos incómodos asientos.


Asesora D: Es paradójico que para estudiar el problema del empleo juvenil la media de edad de los conferenciantes sea, digámoslo así, de puretas y puretones.


Asesor C: Ni esa palabra, pureta, la entiende nuestro amigo el asesor B, jejeje.


Asesor A: Oye, que seré un carroza (apuntándolo con el dedo), como el asesor B, pero ahí no me pillas con el culo al aire.


Asesora D: (sigue hilvanando el pensamiento anterior) Es como si para conocer el intríngulis del síndrome de Diógenes se preguntase a adolescentes.


Asesor C: Ahora que lo dices, tal vez esa pregunta no estaría de más que se la hicieran a los jóvenes. Se acumulan kilos y kilos de apuntes y fotocopias, que son la mejor muestra de la basura en que se ha convertido la formación en este país.


Asesor A: Por no hablar de la titulitis, a la que se les obliga al aumentar la franja de edad educativa y disminuir el periodo para ser apto laboralmente.


Asesor C: Acumulan en sus cuartos miles de folios pintarrajeados frenéticamente al compás de un catedrático, y los papeles les llegan hasta el techo. ¿Para qué? Para que al final acabes cogiendo uno de esos minijobs que quiere Alemania para los vagos mediterráneos. Te dan en muchos casos una mierda de contrato por un par de horas.


Asesora D: Eso es el empleo juvenil, pura basura.


Asesor A: Justo como en Madrid, donde se ve a las ratas correr los cien metros entre alcantarillas, o a ancianos disputar los cinco mil metros obstáculos sorteando los muros de cartones de leche.


Asesor C: Peor es la basura que no huele. Esos miles de currículum, cartas de recomendación, exámenes de recursos humanos, transcripciones de entrevistas, que no llegaron a ninguna parte, que destruyeron toda esperanza. Se agolpan en los contenedores.


Asesora D: Pues como tampoco huelen los baños de la estación de Atocha, privatizados al precio módico de sesenta céntimos.


Asesor C: ¿Los has visitado?


Asesora D: Sí, así es.

                                      Cortesía de Antena 3


Asesor A: A mí todo eso me recuerda aquella historia del emperador Vespasiano, que desesperado por la mala situación de las arcas públicas, decidió establecer un impuesto a las letrinas públicas. Cuando su hijo, contrariado, le expuso lo poco indecoroso de tal medida, el emperador, sin dirigirle la mirada y con aires de divinidad, le enseñó una moneda y afirmó: “Non olet”. No huele.


Asesor C: Es maravilloso que tuviera repercusión a nivel internacional, porque al quedarse con la concesión del servicio una empresa holandesa, quién sino podía inaugurar aquello: el mismísimo embajador de Holanda en España.
Qué magnífica metáfora. Imaginaos: un cliente haciendo de vientre, haciendo su mayor contribución al afianzamiento de las relaciones comerciales hispanoholandesas. Y en ese momento de soledad y ensimismamiento de todo ser humano, finalmente los países bajos se independizan de tu cuerpo y caen en aguas territoriales españolas.


Asesor A: No sé yo si es muy políticamente correcto en esas circunstancias el verbo independizar.


Asesora D: Pues la verdad (apoya la barbilla en su mano) es que se han esmerado bastante con la decoración. Han empapelado el interior de los baños con imágenes de jardines, amaneceres, incluso había unas fotos de un escenario de teatro.


Asesor A: Vamos, que sólo falta el hemiciclo del Congreso... Pobres micrófonos del Parlamento, menos sucios por los escupitajos y perdigones que por la bazofia de intervenciones de sus diputados.


Asesor C: No es mala idea. Detrás de quien evacua la solidez de su talante, colocar una foto del Presidente del Congreso justo en el instante en que ruega que vaya terminando al ponente.


Asesora D: Es para estar orgulloso, deberías (le hace un guiño cómplice) incluirla en tu currículo.


Asesor C: Yo creo (le devuelve el guiño) que habría que desarrollarlo más en un opúsculo.


Asesora D: (con media sonrisa) Me quito el sombrero, de verdad que eres el oráculo de la política contemporánea.


Asesor A: Chicos, ya está bien. Todo esto, como diría el portavoz de educación de la Comisión Europea, es basura.






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