10:40 AM. 10 de marzo de 2014. Palacio de la Moncloa. Reunión del equipo de imagen y redacción del sr. Presidente del Gobierno de España.
[El asesor A termina de dar dos besos a la asesora D]
Asesor A: Es que no hemos parado. No nos hemos visto las caras ¿desde hace cuánto? Tú en el congreso del PP vasco, éste [refiriéndose al asesor C] por Andalucía, y yo con la cumbre del Partido Popular Europeo.
[Asienten con la cabeza los asesores C y D]
El dedazo del MaRaJá [apelativo cariñoso con el que se refieren al Presidente del Gobierno, señor Rajoy]. Por Andalucía elige a Arenilla [apodo con el que han bautizado a Moreno Bonilla, protegido de Javier Arenas.
Asesor C: El del currículum tuitero.
Asesora D: ¿Y eso?
Asesor C: Menos de veinte palabras.
Asesor A: Bueno, bueno, no os olvidéis del País Vasco, que si Quiroga sí, que si Quiroga no. Y en Europa, con la Merkel, designando como candidato a Juncker.
Asesora D: Hoy toca el candidato a las europeas…
Asesor A: ¡Qué va! Moragas todavía no sabe nada, así que habrá que esperar.
Asesor C: Arias Cañete se hace de rogar.
Asesor A: Entiendo sus dudas. Como Ministro de Agricultura le invitan a comer a todos los saraos.
Asesora D: Dentro del Consejo de Ministros se rumorea que dentro de la cartera ministerial tiene su kit personal, formado por mondadientes, bicarbonato y su célebre servilleta a cuadros rojos y blancos.
Asesor C: Hoy mismo está inaugurando el XXVIII Salón de Gourmets.
Asesora D: Je, je, es el único ministro que no tiene dietas.
Asesor A: Ya vale.
Asesor C: Él está en contra no sólo de los programas violentos en horario infantil sino también de esa plaga de concursos de cocina que da tanta hambre.
Asesor A: ¡Ya está bien! [da un puñetazo en la mesa con tan mala suerte que golpea un dedo de la mano del asesor C] Uy, perdón, cuánto lo siento.
Tenemos que preparar la campaña, ya sea Cañete o González Pons. No lo descartemos, pues sería un magnífico escenario de presentación el Encuentro Intermunicipal de abril del PP en su Valencia natal.
Asesor C: Toca esperar al dedo del MaRaJá [dice mirándose el suyo con un creciente color morado].
Asesora D: [le coge la mano con mucho cuidado] Es como el cuento de los cinco dedos: éste lo presupuestó, éste lo aprobó, éste de aquí ganó el concurso, éste otro recibió el sobre y [se acerca a los labios el dedo dañado del asesor C] éste tan negro, con el dinero ídem para Suiza.
[El asesor A no sabe para dónde mirar; parece clara la incipiente relación sentimental entre los asesores C y D, pero no sueltan prenda]
Asesor A: Es el dedo del rey Midas: todo lo que toca es oro.
Asesor C: Todo lo que toca es moro, se puede decir de Fernández Díaz. Nada más que hablar de avalanchas de inmigrantes.
Asesor A: Ya sabéis. Hay que desviar el tema adonde le interese al político.
Asesora D: Sí, parafraseando, “cuando el político apunta con el dedo, el tonto mira adonde señala”, cuando lo que hay que mirar es el dedo, al político.
Asesor C: Pues no sé yo. Cañete mejor que no hable sobre inmigración, porque cuando habló de camareros metió bien la pata.
Asesora D: Como si sirviese el plato con el dedo metido en la sopa.
Asesor A: En fin, el MaRaJá pone el rumbo, Después de pasar el Cabo de Hornos, ¿adónde vamos?... Felicidades [dirigiéndose al asesor C], por cierto, por la brillante metáfora que escribiste.
Asesor C: Esperemos que el Presi no sea tan mal navegante como la Estatua de Cristóbal Colón en Barcelona.
Asesora D: ¿A qué te refieres?
Asesor C: El famoso dedo de la estatua no señala a América sino al sur.
Asesora D: Lo peor será cuando los ciudadanos dejen de chuparse el dedo y vean que no movemos ni un dedo por ellos.
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